En Incalfont Renovables, especialistas en sistemas de calefacción en A Coruña, sabemos que elegir el sistema adecuado para tu vivienda o negocio es una decisión crucial que afecta tanto a tu bolsillo como al medio ambiente. Históricamente, el gasóleo ha sido la opción más demandada, pero la biomasa ha emergido como una alternativa potente y sostenible. A continuación, desgranamos la comparativa definitiva entre estos dos combustibles para aclarar tus dudas. ¡Sigue leyendo!
Estabilidad y ahorro a largo plazo
Uno de los puntos clave a favor de la biomasa es la estabilidad y el coste del combustible. El precio del gasóleo para calefacción sufre constantes y notables oscilaciones debido a su dependencia de los mercados internacionales del petróleo, dificultando la planificación económica a largo plazo y ha experimentado importantes subidas en los últimos años.
Por el contrario, el precio de la biomasa (como los pellets) ha demostrado una gran estabilidad en la última década, manteniéndose sistemáticamente como una de las opciones más económicas para calentar los hogares en España. A pesar de que la inversión inicial de una caldera de biomasa puede ser superior, el ahorro en el coste del combustible se traduce en una amortización más rápida de la inversión y un menor gasto anual en calefacción.
Eficiencia y poder calorífico
Ambos sistemas son altamente eficientes, especialmente. Ahora bien, el gasóleo tiene un poder calorífico por unidad mayor que los pellets, lo que puede implicar un arranque más rápido del sistema.
No obstante, las modernas calderas de biomasa alcanzan rendimientos muy altos (a menudo superiores al 90-95 %) y su rendimiento constante, junto con el bajo precio de su materia prima, compensa con creces cualquier diferencia en poder calorífico unitario, ofreciendo un calor eficiente y homogéneo.
Sostenibilidad e impacto medioambiental
Si te preocupa la salud de nuestro planeta, la biomasa marca una diferencia fundamental que has de tener en cuenta. Esta se considera una fuente de energía renovable y neutra en emisiones de a la atmósfera, ya que el dióxido de carbono liberado en su combustión es el mismo que el árbol absorbió durante su crecimiento. Además, emplea residuos orgánicos y forestales, contribuyendo a la limpieza de montes y al desarrollo rural.
Por otro lado, el gasóleo, como combustible fósil, genera mayores emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes, contribuyendo al cambio climático.
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